viernes, 24 de febrero de 2017

La música como producto (I): Orígenes

Desde que el mundo es mundo, la música siempre ha sido considerada como una de las manifestaciones artísticas más puras y expresivas de las que gozamos. Con el paso del tiempo, esta forma de arte pasó a ser concebida como una carrera y, por ende, como una profesión. Los mecenas y monarcas mantenían y pagaban a gente dotada que había estudiado música para que les compusieran magníficas piezas y las interpretasen en sus fiestas, reuniones o misas. No obstante, solo unos pocos privilegiados podían disfrutar de la música y esta no llegaba nunca a estar en el mercado, o al menos en un mercado lo suficientemente amplio.



Pero no me quiero remontar tampoco al año de la pera, así que vamos a avanzar hasta finales del siglo XIX/principios del XX. Nos encontramos una época donde ya se empiezan a ver claramente los efectos de la industrialización en casi todos los ámbitos: las calles de la ciudad se han llenado de obreros y fábricas, el campo se ha vaciado, las máquinas y mejoras están cambiando para siempre la sociedad; pero centrándonos en lo que nos concierne ahora: es la época del nacimiento de la industria musical. Este momento va a marcar un antes y un después en la historia de la música, es aquí cuando los compositores y editores toman conciencia de que pueden proteger los derechos sobre sus obras y comercializarlas al gran público. Ese día nace una nueva vertiente de la música, que es la que predomina hoy en día y tiene toda pinta de seguir a la cabeza: la música como producto.

Como era de esperar, este negocio tuvo un éxito rotundo, millones de personas vieron este hecho como una oportunidad de satisfacer su necesidad de escuchar música. Ya no necesitabas ir a un club de jazz o al auditorio a escuchar música (lugares con aforos limitados y donde si llegabas tarde o te tenías que marchar antes, te ibas a perder parte de la función) ahora eras tú el que podía elegir dónde y cuándo escuchar música. Esta fiebre afectó tanto a la población que el precio de la música grabada fue rápidamente superior al de la música en vivo, manteniéndose así hasta entrados los años 70. Y es que ciertamente esto es algo inconcebible hoy en día, dónde hay discos que puedes comprar en fnac por 5 € mientras que hay conciertos, cómo aquel épico recital de los Rolling Stones al que tuve la suerte de ir, que superan los 100 €. He aquí la prueba:


109 € amigo, mirando desde atrás solamente puedo decir que valió la pena…

Y una vez que la música se ha convertido en producto, ha de tener marketing detrás de ella. Durante estos primeros años nos encontramos con lo que parece ser, siguiendo la terminología de Kotler, un marketing 1.0. Por un lado, tenemos a los consumidores, fascinados por esta nueva dirección que ha tomado la música, quieren disfrutar de ella y de sus múltiples ventajas y ponen todo su empeño en ello, antes que en informarse. A su vez, las primeras discográficas también se centran casi exclusivamente en la venta y desarrollo del producto. Aquí te dejo algunas imágenes de cómo eran “las portadas” y el diseño de los discos que se ponían en los gramófonos por entonces:






Como puedes ver Columbia era una de las grandes discográficas pioneras. El diseño básico de los discos (que era lo que los consumidores ponían en su casa) y el contraste con el colorido de las portadas (lo que veían los consumidores al ir a comprar las grabaciones) ilustra la dirección de este marketing "primitivo" del mundo de la música.

Te dejo con un clásico para rematar, ¡hasta la siguiente!



Ignacio DR

2 comentarios:

  1. Me ha encantado como has explicado la evolución de la música. Muy interesante

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  2. Muchas gracias, quien quiera que seas, me alegro!

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