Antes de nada, hay que tener en mente que la música, como
producto que se vende, puede adquirir múltiples formas (comprarte en una tienda
de discos un vinilo clásico del White
Album de los Beatles, descargar
vía iTunes el single que tanto te gusta de la nueva sensación musical de turno,
pagar una suscripción mensual de Spotify para poder acceder a casi infinitas
canciones...). El post de hoy lo voy a dedicar a cómo se comercializa el Compact
Disc de un álbum, principalmente por dos razones:
- El CD fue la última forma a través de la cual que se comercializó la música “física” (por llamar de alguna manera a la música no digital), después llegó el Internet y la música online o descargada.
- El álbum sigue siendo el medio más usado por los músicos para dar a conocer su arte, cuando un músico tiene una idea y la trasforma en música suele escribir varias canciones. Es cierto que también existen las One Hit Bands (prueba, como ya hablare algún día, de la excesiva comercialización de la música), grupos que se dedican a sacar singles con no mayor aspiración que la de ser una moda pasajera y luego caen en el olvido; pero no hice este blog para hablar de músicos de pacotilla y sin calidad artística, hablemos de músicos de verdad, da igual el género, hablemos de los grandes: Bob Dylan, Miles Davis, Pink Floyd, Joaquín Sabina, Michael Jackson, Silvio Rodríguez, Arctic Monkeys, Biggie Smalls, Aphex Twin, Paco de Lucía y muchos más.
Aunque a día de hoy se siguen vendiendo y produciendo
discos, en los últimos años el CD ha pasado a un muy segundo plano en el
mercado de la música. Personalmente, como te podrás imaginar, soy un gran
defensor de la música física. Por cumpleaños o eventos casi siempre suelo
regalar, sino libros, CDs elegidos a conciencia a familiares o amigos. Y es que
soy de esas pocas personas que disfrutan exageradamente el encender y abrir el
reproductor de discos, el sentir en mi mano la caja del disco y el poder leer
el librito informativo que acompaña al disco mientras escucho relajado en mi
sillón el contenido completo del CD en orden. Este ritual, que requiere tiempo
y calma, tiene un gran valor y connotación casi religiosa para mí. Es por eso que
me entristece ver que el CD es un producto que está en fase de declive y no
tiene pinta de existir remedio alguno; admito totalmente que la música digital
tiene sus ventajas, pero esa experiencia es otra cosa más que, poco a poco, nos
roba la tecnología. No obstante, el lado positivo de todo esto lo encontramos
en que, aunque el mercado de CDs se ha convertido en un mercado minoritario
donde cada vez acudimos menos personas, la gente que acude está más informada y
tiene mejor criterio.
Consecuencia de esto es que no haya muchos sitios donde
comprar CDs: Los podemos encontrar en tiendas de discos especializadas en ello
(aunque cada vez quedan menos), en tiendas más grandes especializadas entre
otras cosas en música (el mejor ejemplo: Fnac) y en tiendas aún más grandes
(como El Corte Inglés) donde sigue habiendo una sección con CDs, aunque menos
especializada que en las anteriores tiendas.
Llegado el momento de vendernos un disco (y esto también se
aplica a toda la música como producto) las discográficas apenas pueden jugar
con atributos de los CDs, encargándose sobre todo de la grabación, promoción a
través de conciertos y otros medios y distribución del CD. Los atributos del
producto dependen pues, en su mayor parte, del artista, condicionado por su
calidad y su fama. Dividiendo estos atributos según la clasificación vista en
clase nos encontramos con:
- Atributos físicos: En este caso son las canciones que conforman el disco y el artista o grupo que sea, forman parte de la naturaleza del producto.
- Atributos funcionales: Otorgan un importante valor añadido al producto. Podríamos señalar que son la portada, la cual decora el envase a la vez que nos da información útil, y la discográfica (sobretodo para oyentes más educados), un ejemplo: todo amante del jazz que se precie conoce el sello Blue Note.
Esta es una de mis portadas favoritas, es del álbum Unknown Pleasures del grupo inglés Joy Division. Las enigmáticas líneas,
además de ser estéticamente llamativas simbolizan la epilepsia, enfermedad que
padecía el cantante del grupo Ian Curtis. El mensaje detrás de esta portada es
que se trata de una música muy personal a la vez que triste y dura. El álbum
está considerado como una obra maestra y la portada se ha convertido en un símbolo
de la época post-punk de finales de los años 70.
- Y por último, atributos psicológicos: El más relevante es una buena crítica profesional del álbum. A toda discográfica le gusta fardar de los premios o buenas críticas recibidas y venderlos al consumidor.
La clave está pues en poseer y saber vender a los
consumidores estos atributos unido a una buena estrategia de ventas y promoción
por parte de la discográfica. Me despido con un poco de Joy Division.
Ignacio DR
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