En esta entrada voy a tratar de dar respuesta a estas preguntas
y a alguna que otra más. Hablé hace ya algún un tiempo del nacimiento dela música como producto y de cómo implicó la asunción de una nueva concepción
de la música (cómo producto) que desde entonces acompaña a la concepción
tradicional de la música cómo forma artística de expresión. Pues bien,
podríamos denominar música comercial a toda aquella música que desecha en gran
parte su faceta artística en pos de la faceta de producto. Se trata de música
que no se hace con vistas a crear una pieza de arte, sino que se orienta a su
venta y a su mejor comercialización.
Ahora bien, si esto es verdad, ¿cómo consigo que se venda
mejor una canción? A lo mejor las primeras ideas que te pueden venir a la mente
son algo así como “pagando a la radio o a DJs para que den a conocer el tema y
lo hagan famoso”, o “haciendo colaboraciones con artistas conocidos”, pero la
realidad de la industria musical es muy distinta. La “magia” del marketing aquí
radica principalmente en el proceso de la elaboración de la canción. El método
más usado por los músicos es el empleo de determinadas progresiones de acordes,
en concreto la progresión más común en nuestras listas de éxitos deriva del Canonen Re del músico barroco Pachelbel. Esta progresión está formada
solamente por cuatro acordes y, sin embargo, tiene algo cautivador, algo que
agrada a nuestro oído por naturaleza. Pero lo alucinante es que la podemos
encontrar en CASI TODA la música actual, no bromeo, apenas hay artistas
contemporáneos que se hayan privado del uso de esta dulce progresión. Aquí van
varios ejemplos recogidos en este genial monólogo:
Y es que dicha progresión es una buena fórmula para triunfar,
es desde luego pegadiza y es una progresión con suficientes cambios para
considerarla expresiva. Si te vas a las listas de las canciones más exitosas de
música pop vas a encontrar estos cuatro acordes a mansalva, lo dice hasta el
mismo Ed Sheeran:
Pero fijémonos también en el otro lado de la moneda, aprovechándose
de esas mismas ventajas, muchos músicos interesados principalmente en vender
antes que en hacer música sacan continuamente temas con la misma progresión de
fondo, destruyendo la originalidad. Por poner un ejemplo fácil y contemporáneo,
el reggaetón abusa de esta técnica sin mayor pretensión aparente que la de ser
una música pegadiza y bailable, si uno se fija bien casi la totalidad de los
temas de reggaetón más populares del momento usan esta técnica. Conviene pues
preguntarse si de verdad hay algo de valor artístico en hacer 100 veces la
misma canción.
El problema radica a mi vista en el afán de querer lucrarse
con la música a costa de la pérdida de calidad de esta. Las consecuencias de
esto son básicamente negativas: aparte de la ya comentada falta de
originalidad, el producir solo canciones de corta duración buscando la
inmediatez y huyendo de la complejidad musical, las letras de baja calidad, la
desaparición del concepto de álbum frente al auge de los singles… Son todas consecuencias
del mismo problema.
Pero tampoco quiero condenar el uso de los cuatro acordes,
después de todo es un recurso más que todo músico puede usar y su uso (moderado)
ha producido grandes resultados, también desde un punto de vista artístico.
Como prueba de esto, y ya para cerrar te dejo esta canción/recopilación de
canciones, a ver cuántas reconoces:
Ignacio DR
No hay comentarios:
Publicar un comentario